Paloma brava


  • 1985
  • ÁLBUM
  • España

Un disco de amor

Siempre he pensado que lo más importante en una canción, como en el teatro, como en la vida es la historia. Por encima de la forma o la envoltura, es decir, la música o la estética elegida. Y creo que es más gratificante sumergirse en un argumento que te cuentan y te cantan, que escuchar algo facilón que únicamente sirve como fondo para ir por la vida pensando solamente en tus propios argumentos. Esa pequeña historia que sabes que pasó alguna vez, que te ha pasado a ti o, —situación privilegiada del que la escucha—, que te está pasando, la cuentan Manuel Alejandro y Rocío Jurado en este disco.

Alejandro tiene la gran virtud, la tremenda y difícil facilidad de saber narrar, con bonitas imágenes hechas de música y palabras, esas historias románticas, casi siempre tristes, que nos hablan de amores terminados o nunca encontrados o jamás comprendidos. Son historias que casi nunca tienen final porque no pueden tenerlo. Son como trozos pequeños de vida, sensaciones expresadas en tres minutos y a veces en menos, donde a uno le encanta sumergirse con un poco de masoquismo y un mucho de nostalgia, acumulada a base de no querer olvidar algo que se ha vivido o que se ha visto vivir a los demás.

Así es esta Paloma brava, donde Manuel Alejandro se supera a sí mismo utilizando un lenguaje nada fácil sin que resulte pretencioso unas palabras claras que no renuncian a la imagen poética y una música que es como un marco o el decorado ideal para cada historia. Creo sinceramente que este es uno de sus mejores trabajos como autor, o tal vez, el mejor.

Y luego está el vehículo de transmisión, el cable de alta —muy alta— tensión que conecta con el que escucha y que hace la luz para que lo veamos todo, para que sintamos cada momento matiz a matiz, sílaba a sílaba; Rocío Jurado.

Quiero aquí demostrar mi entusiasmo por esta mujer, que no se ha conformado con seguir donde estaba, estando muy arriba, y ha querido dar un paso adelante sin tropezar, muy al contrario, elevándose a niveles de perfección. Rocío Jurado da testimonio en este disco de una madurez artística que juega en su favor. Era muy fácil desmelenarse y expresar «demasiado» cayendo en el melodrama. Era muy fácil hacer alardes de facultades, de esas facultades que todos conocemos. Rocío ha preferido contarnos sencillamente, claramente, esas historias. Y su voz caliente, poderosa, pasional, tiene aquí la impagable intención de expresarlas de una forma distante y próxima a la vez, logrando tan dificilísimo equilibrio.

Rocío Jurado se muestra despreciativa y fuerte en «Mejor te vas»..., irónica y un tanto decepcionada en «Lo sabemos los tres»... Triste, añorante, reclamante y sola en «Como siempre que no estás». Vibrando fuerte, apasionada, en «Vibro»..., denunciando un amor que le parece «Distante» o aquél que se está equivocando en «Se va a reír de ti». Y así nos va contando una y otra historia que es casi más que una canción, hasta llegar a esa maravilla que se llama «Se nos rompió el amor» de la que nada hay que decir porque fue... de tanto usarlo.

Quiero proclamar mi entusiasmo por este disco, Por todos los que lo han hecho posible. Y agradecer esa demostración de talento y sensibilidad por parte del compositor e intérprete.

Rocío Jurado se remonta aquí como una auténtica Paloma brava sobre sus propios altos vuelos. Déjense llevar en este viaje de amor por sus clarísimos acentos. Imaginen la imagen de sus historias. Pónganles las caras que deseen a sus personajes... y así podremos compartir con ella la emoción de unas historias cortas pero largas, bellas y seguramente tristes, pero también eternas.

Enhorabuena.

Jaime Azpilicueta

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