Rocío Jurado está muy desmejorada. Aparece con un magnífico pareo rojo y blanco y una cara en la que se refleja el cansancio.
—Rocío, ¿qué hay de cierto en todo el asunto de tu embarazo?
—Es verdad que estaba embarazada, pero a causa de la lipotimia que me dio en el homenaje a Estrellita Castro, tuve un aborto. Y últimamente me encuentro muy mal porque se me han juntado varias cosas.
—También tienes anemia, ¿no?
—Sí, tengo una anemia por agotamiento y además una intoxicación que me produce erupciones en la piel. Pero los médicos no saben lo que es. Ahora estoy haciéndome análisis, porque quizá puede ser algo que cogí en América.
—Rocío, volviendo a lo del embarazo, parece que físicamente no has tenido consecuencias muy graves...
—Hombre, aparte de las otras cosas que arrastro, no, porque sólo tuve dos faltas y entonces no me han hecho ningún tipo de intervención.
—Y a ti, como mujer, ¿qué te supone la pérdida de ese hijo?
—Para mí ha sido un mazazo más grande que si me hubiera dado un derechazo mi marido. Ha sido una gran desilusión, pero Rociíto no se quedará sin hermanos. Tiempo habrá...
—¿Crees que al haberse juntado tantas cosas vas a tener que rechazar muchas actuaciones o proyectos?
—Yo espero que la cosa no vaya a más, porque ya he tenido que dejar el proyecto de grabar un especial de «Trescientos millones» con exteriores rodados en Andalucía y canciones de mi último «long-play».
—¿Y qué vas a hacer esos días?
—Voy a estar en tratamiento médico intensivo hasta mitad de agosto. A base de análisis y medicación fuerte.
Rocío Jurado no para. Más de sesenta galas firmadas para todo el verano y ahora con una anemia y una intoxicación a cuestas después de un embarazo recientemente frustrado. Pero ella sigue y seguirá cantando por esos escenarios del mundo.
