Canta la Jurado

La canción «La mujer del torero» la encargó Rocío Jurado y quería cantarla Isabel Pantoja. Así comenzó la tirantez entre ambas... «¡¡Estoy harta!! ¡¡Harta de que me pregunten cuál es el problema entre Isabel Pantoja y yo!! ¡No hay rivalidad entre las dos porque cada una cultiva un género distinto y tiene un público diferente!»

por Antonio Losada

Reunir a tres estrellas es difícil. Pero «Vanidades» logró fotografiar a las tres grandes de la canción. «La Jurado», «La Guillot» y «La Flores», con entrevistas exclusivas.
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Reunir a tres estrellas es difícil. Pero «Vanidades» logró fotografiar a las tres grandes de la canción. «La Jurado», «La Guillot» y «La Flores», con entrevistas exclusivas.

A la Jurado le gusta Miami. Y acaba de pasar por Miami, a donde viene con frecuencia, porque aquí tiene su lujoso apartamento en una de las zonas más exclusivas de la ciudad. Y además porque Miami es el puente aéreo que le sirve de enlace para todas las ciudades, en su constante ir y venir por todas las Américas.

Nuestro encuentro con la guapa de Chipiona (Cádiz-Andalucía), no podía ser en una cafetería de ambiente «yanky» y comiendo «hamburguer» o «hot dog», porque Rocío pasa más tiempo fuera de España que en su patria. Y cuando está lejos, para sentirse bien y charlar a gusto necesita que el ambiente tenga sabor a todo lo que ha dejado atrás. Y por ello tuvimos nuestro encuentro en el restaurante «Málaga» que, como su nombre indica, tiene toda las características de un mesón andaluz, con sus muebles rústicos, sus platos de cerámica como adorno, la manzanilla, las tapas y la paella... (que Rocío no prueba, porque está a régimen). Aquel mismo día nos enteramos también de que se encontraban en Miami —por otras razones artísticas— Lola Flores y Olga Guillot. Y entonces hicimos la tentativa —algo difícil y podemos decir única— de reunir a las tres. Pensamos que la Lola y la Guillot pondrían algún pretexto para no acudir a la cita. Pero en cuanto les dijimos que la entrevista era para «Vanidades», no vacilaron en dar a nuestra revista las primicias y la rara exclusiva de fotografiar juntas a las tres estrellas. (En próximos números de «Vanidades» publicaremos otras interesantísimas entrevistas que después de Rocío, se hicieron a Olga Guillot y a Lola Flores).

Rocío Jurado, aún en medio de la algarabía de música flamenca que llegaba del interior del local y el olorcillo a paella sabrosa preparada por el chef de Málaga, no podía reprimir su nostalgia...

—Cuando paso más de un mes sin ver a los míos, todas las alegrías de mi carrera, que son muchas, se tornan lágrimas —y efectivamente se le humedecen los ojos al decir estas palabras—. El teléfono no basta para acortar la distancia entre mi esposo Pedro y mi hija Rocío. Claro que muchas veces me acompañan, pero siempre no puede ser... y como el ser humano es muy egoísta, no me conformo con todas las cosas maravillosas que Dios me ha dado, y siempre le pido más.

—Entonces tú no cambias de marido ni eres partidaria del divorcio —le comento entre risas.

—¡Un momento! Yo no he dicho que no sea partidaria del divorcio en caso necesario... Lo que no cambio es de marido, ni simplemente de pensamiento, porque con el mío soy muy, muy feliz. Por lo tanto en mi caso, aunque las separaciones sean, largas y frecuentes, ocasionadas por mi trabajo, el divorcio está descartado.

—Y después de tantos años de matrimonio, ¿no hay desavenencias con tu esposo, altercados, riñas, «broncas», «peloteras», discusiones...?

—Nada, nada, nada... Toda mi energía la reservo para los personajes de mis canciones, los cuales tienen problemas que gracias a Dios yo no tengo. Soy implacable con los hombres de lo que canto. Les grito todo lo que les tengo que gritar, les reprocho todo lo que les tengo que reprochar, los humillo, los desprecio, ¡a veces apasionadamente, los ensalzo! y les reclamo todo lo que considero de ellos que me pertenece. Después del brío y de la energía que hacen falta para dar a cada una de esas heroínas la sinceridad necesaria, sería terrible que al llegar a casa tuviera que repetir lo mismo... ¡y sin orquesta! Porque la orquesta siempre ayuda —dice riéndose con ganas.

—¿Y con respecto al hijo que tanto anhelabas y tanto esperabas? Este es el momento en que Rocío coge de nuevo los lentes de sol que se había enganchado sobre la cabeza, entre los cabellos, para unas fotos, y se los pone de nuevo como para ocultar la tristeza que le causa la pregunta formulada. Y sentimos provocar en ella esa emoción llevados de nuestro fervor periodístico. Dice la guapa de Chipiona después de una pausa...

—Sí... efectivamente... me gustaría tener otro hijo —dice con pausas— pero tampoco me voy a traumatizar si no lo tengo...

Recordamos entonces que el día 15 del pasado septiembre Rocío cumplió años. Y son muchas las mujeres que tienen hijos a esa edad, pero muchas de ellas no sólo con riesgo de su vida, sino también incurriendo en peligrosas responsabilidades, respecto a las condiciones físicas del hijo que va a nacer.

—Tengo una hija preciosa que Dios me ha dado, y si no está en la mano de ese mismo Dios el concederme otro hijo, debo aceptar su voluntad. Pero conste que yo no hago nada para evitarlo, por temor a verme obligada a interrumpir mi carrera artística, ya que en estos casos —yo por lo menos lo creo así— una mujer ha de dar preferencia a su maternidad, antes que al ego o a los beneficios económicos de su trayectoria como artista. Mi hija, que ya tiene once años, además de que es una muchacha estupenda, con una gran inclinación literaria, porque últimamente ha escrito unos poemas muy lindos, es mi mejor amiga. Nosotras hablamos como dos amigas entrañables, entre las cuales no hay secretos de ninguna clase. Por eso te he confesado mi nostalgia cuando no estoy allá... pero yo soy muy profesional y sé que me debo a mi carrera, y sobre todo al público...

A la Jurado le gusta Miami. Y acaba de pasar por Miami, a donde viene con frecuencia.
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A la Jurado le gusta Miami. Y acaba de pasar por Miami, a donde viene con frecuencia.

Otra de las razones del paso de Rocío por Miami es la salida de su nuevo LP con canciones de Juan Pardo, que ya están oyéndose con frecuencia y cuyos títulos no sólo son un anticipo de su contenido, sino que de inmediato son el reflejo de la pasión, el fuego y la vehemencia que Rocío pone en esas canciones. Autor e intérprete están perfectamente compenetrados, y comentamos la importancia que tiene para una cantante, el que un compositor junto con el letrista sepan encontrar los temas que más le van al temperamento de cada intérprete. Y surge entonces el nombre del maestro Juan Solano, nacido en Sevilla y auténtica gloria de la canción española, que ha compuesto canciones para todas las glorias del género como Concha Piquer, Estrellita Castro, Marifé de Triana, Angelillo, Juanita Reina, Miguel de Molina... muchas de ellas con versos de Rafael de León, todo lo cual forma parte de la gran época de la tonadilla española, en la que precisamente los autores escribían fielmente para unos determinados intérpretes.

El maestro Solano, hace años, conoció a Rocío en Madrid. Y los presentó Yoni, esposa del torero del mismo nombre.

En el mundo del espectáculo, Rocío Jurado es muy anterior a Isabel Pantoja, a quien conoció cuando Rocío trabajaba en un teatro de Madrid interpretando la obra «Cancionera» e Isabel se iba a incorporar en el elenco del tablao «El corral de la Morería». Las dos andaluzas entablaron amistad. Isabel era jovencita, Rocío, ya en pleno éxito, la ayudó, la recomendó e incluso en una entrevista radiofónica dijo que Isabel Pantoja era la artista joven con más porvenir. La amistad entre las dos siguió a través del tiempo. Isabel estuvo presente en la boda de Rocío. Rocío fue a la boda de Isabel... y cuando murió Paquirri, Rocío tomó un avión desde Madrid y se trasladó a Sevilla, para estar al lado de su amiga... y así continuó la historia de su buena amistad, hasta que un día estalló la bomba del tremendo antagonismo entre ambas. ¿Razones? Se han contado muchísimas. Pero una de ellas, y la que parece más verosímil es una canción. Una canción que, como todas las del género y todas las que interpretan Rocío e Isabel, es eminentemente dramática y de puro golpe de pecho. La escribió el maestro Solano, por encargo de Rocío Jurado. ¿Título? «La mujer del torero», que por el contenido de su letra parecía la historia de Isabel y Paquirri. Pero no es así, porque los versos fueron escritos muchos años antes por Rafael de León, que murió en 1985. Dichos versos quedaron en poder del maestro Solano, y de acuerdo con Rocío y su productor, lo grabaron en 1985. Después surgió Isabel Pantoja, con el empeño de interpretarla y —según dicen— esto originó la famosa polémica entre las dos, de la cual Rocío se niega a hablar.

A petición, Rocío cuenta algo de ello, pero siempre en tono enojado...

—¡Estoy harta! ¡Harta de que siempre me pregunten lo mismo!

¡No existe ningún problema entre Isabel y yo! Nos saludamos y hablamos de nuestras cosas... y nuestros hijos se encuentran y juegan juntos... Pero a pesar de que digo y repito que no hay nada, vuelven a preguntar... ¡Y es que no me creen! Todo es por el clima que se ha creado a nuestro alrededor, por la simple razón de que no hemos coincidido en un día que haya prensa. Cuando esto ocurra y nos hagan fotos y charlemos, verán que no existe nada...

Pero aquí cabe comentar que si se ven, se saludan, «hablan de sus cosas» y los niños juegan juntos, para liquidar el problema no hace falta que aparezcan los periodistas. En una rueda de prensa conjunta, todo se aclara. Por otra parte, en muchas publicaciones españolas se ha escrito que hubo disputa entre los representantes de ambas artistas y que al final ganó la cuestión Rocío Jurado.

—No puede haber rivalidad entre Isabel y yo, porque cada una cultiva un género distinto y tiene un público diferente... pero todo eso son cosas inevitables en el mundo del espectáculo; cosas que en realidad carecen de importancia, y que la importancia se la dan los periodistas al agrandar los hechos con sus comentarios... cosas a las que ya una se acostumbra lo largo de una prolongada carrera...

—¿Cuántos años llevas de carrera artística Rocío? —pregunto de súbito para cambiar de tema.

—Más de veinte —contesta tranquila.

—¿Y los mejores recuerdos?

—Dando un salto en el tiempo, Miami. Miami me abrió las puertas de América. La charla, que comenzó después del almuerzo y de la paella deliciosa que Rocío no pudo probar «por culpa del maldito régimen», podría continuar... pero una limousine se ha detenido a la puerta del «Málaga» y esperan a la famosa artista. Ha de seguir la promoción del disco y ella, como el disco también, ha de seguir dando vueltas, aunque de sus hermosos ojos no se aparte el brillo de añoranza por todo lo que ha dejado atrás...

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