El destape de Rocío Jurado

por Pilar Trenas

Rocío Jurado, la niña de Chipiona, se presentó en una noche del verano madrileño entre sus muchos admiradores y amigos. Primero con sábana, y más tarde, con vestido de cola, a su aire.
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Rocío Jurado, la niña de Chipiona, se presentó en una noche del verano madrileño entre sus muchos admiradores y amigos. Primero con sábana, y más tarde, con vestido de cola, a su aire.

Gran curiosidad más que expectación en torno a Rocío Jurado, que se presentó en Florida Park. Sus amigos, muchos de ellos personajes populares, estaban allí. Y digo lo de curiosidad porque nadie conocía los modelos que la cantante luciría, pero se suponía que serían bastante atrevidos, teniendo en cuenta el revuelo que armó uno de sus vestidos en una actuación televisiva.

Con la sala llena hasta los topes salió Rocío vestida de blanco y plata. Un blanco casi transparente que dejaba de serlo en los lugares donde el modelo se adornaba con plata. Rocío, que sabe estar en el escenario, cantó y bailó. Pasó de canciones nuevas a éxitos de siempre y, cómo no, al flamenco. Hizo gala de gran agilidad, pues sus contorsiones y pasos de baile demostraron que estaba en forma. Luego cambió su vestido blanco por uno de volantes y pequeño mantón en color fucsia. Este ya era generoso en escote y cuando anunció que la esparáramos unos segundos porque iba a cambiarse de nuevo, los asistentes ya suponían que en esta ocasión llegaría el destape. Rocío salió envuelta en una sábana blanca y descalza. De entre el público surgieron, además de aplausos y piropos, comentarios acerca de la sábana. Pero todavía Rocío tuvo repertorio para volver a cambiarse de traje. En esta ocasión, mientras lo hacía, nos dejó con el grupo «Doñana», que nos ofreció algunas rumbas. Y nuevamente apareció Rocío con traje verde, inspirado en el clásico de cola, pero con arreglos a su aire.

Los aplausos motivaron que Roció, potente de voz y arte bailando, prolongara su interpretación. Luego habló un poquito, como ella lo sabe hacer, entre melosa y pícara y para que todo fuera completo dio las gracias a algunos artistas y personajes famosos que estaban en la sala. Ya se ha establecido como costumbre que un artista dé las gracias y nombre desde el escenario a aquellos compañeros que se encuentran en la sala en el día de la presentación. Por si acaso esto salía mal o Rocío se olvidaba de alguien, la eficiencia de su «manager», Francisco Gordillo resolvió el problema de antemano. El había confeccionado una lista en la que estaban escritos los nombres de los personajes que se encontraban en la sala y un croquis con las mesas donde se sentaban para así también facilitar la labor de la Prensa, sobre todo la de los fotógrafos, que no tenían que buscar las caras conocidas, pues con mirar el croquis encontraban la situación del personaje que les interesaba fotografiar. Este mismo papel que Gordillo distribuyó entre la Prensa se lo dio a Rocío al final de la actuación. Ella lo leyó y puso de su propia cosecha algún quo otro adjetivo para cada uno de ellos. En nuestra lista se leían los nombres de Nadiuska, Cari Lapique y Carlos Goyanes; Patty Shepard y Manolo de Blas, el torero Palomo Linares, que, por supuesto no estaba con Paco Camino sino con el hijo del presidente de Colombia, señor Pastrana. Rocío pidió un aplauso para esta gran artista que fue Pastora Imperio, que ocupaba una mesa con Charo Vega, Pastorita y su familia, Pilar Velázquez, Juanito Valderrama, Dolores Abril, Manuela Vargas, Antonio Gala, Ángel Aranda, los condes de Montarco, Elio Berhayer, Victoria Vera, Julián Mateos, los embajadores de la República de Argel, que cenaron con Emilio Romero; Urtain Manuel Alejandro, Luis Aguilé, los señores de Uribarri, Antonio Mercero y, cómo no, Pedro Carrasco. Todos estaban allí viendo a la niña de Chipiona, quien al final tuvo palabras de agradecimiento para cada uno de ellos.

Y Rocío, una vez finalizada su actuación, demostró que no estaba cansada y podía seguir cantando. Le había gustado su actuación y le costó abandonar el escenario, que se había cubierto de flores, como ya también es costumbre en las presentaciones veraniegas de los artistas.

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