Rocío Jurado es, quiere ser un término medio; lo que ocurre es que, cuando la miran, no ven en ella un «término medio», sino más bien explosivo... Quizá por eso, desde aquel día famoso del destape televisivo, los humoristas jocosos y recachondos, al estilo Paco Umbral, la han convertido en la personificación de «la otra apertura», y con ese sambenito anda la mujer por el mundo, Y aunque Rocío diga que no le gusta nada tal tratamiento, yo creo que cuando se mira al espejo se pone contenta y hasta se da besitos. De cualquier forma, no vive en el sexto, sino en el quinto de una casa que hace esquina entre las Madrileñas calles de Diego de León y Núñez de Balboa. De cualquier forma, Rocío es pudorosa, buena, amable y Virgo.
LA ENTRADA
Hay un cuadro con una bailarina de espaldas, una estatuilla de un soldado haciendo guardia, un calendario azteca, un retrato de ella con una copa de champán en la mano y una quimera china que representa a un dragón.
—Mi entrada fuerte fue con «Pasodoble», aquel espectáculo que hice en la Zarzuela. Antes yo era otra Rocío Jurado que andaba por muchos pasillos y muchas antesalas. De aquellos tiempos guardo un bonito recuerdo, porque eran días de ilusión. No, nunca me hicieron daño, o, al menos, un daño importante. No me han puesto zancadillas ni cosas de ésas. ¿Que si me hicieron proposiciones amorosas,..? Nunca de elección, de esas de tener que decir «o esto o lo otro». Siempre han sido de «roneo». Ten en cuenta que yo fui del colegio de monjas al «tablao». Y cuando un señor miraba, yo le decía a mi madre: «Mamá, que me está mirando un señor con malas ideas...». Porque yo, ¿sabes?, siempre he visto muy bien las malas ideas en los ojos de los hombres. Y mi madre me contestaba: «Hija, no le mires tú a él...!». Bueno, pero siempre he tenido una «muleta» divina para estas cosas, y la prueba está en que he seguido siendo amiga de todo el mundo. No me gusta venderme, no me gusta ir en contra de mis principios. Soy católica, apostólica y chipionera. Pero tampoco soy un ser ñoño, ¿eh?... Quiero estar bien son todo el mundo y no llegar a comprometerme con nadie... ¿Nadando entre dos aguas? No, 10, yo nado solamente en mi agua, en la que yo he elegido, y 10 es precisamente una piscina, sino un océano... No, no; mi verdadera entrada no fue con lo del destape, ¡Santo Dios, cuántas sueltas se le ha dado a eso! Mira, yo estoy metida en un negocio maravilloso y soy una mujer de mi tiempo que tiene que estar con la gente maravillosa de su mundo. Y si visto como viste esa gente maravillosa de mi mundo, resulta que soy la precursora del destape. Quizá o haya sido, sí, pero sin faltar a mis principios. Ya te dije que soy nada ñoña, y si tengo que poner al servicio de mi profesión las cosas que modernamente se ponen ahora, pues me las pongo y se acabó. Y si en un espectáculo o en una película tengo que hacer de prostituta, lo hago. Porque soy artista y de este oficio vivo y para él vivo. Soy capaz de hacer todo lo que sea estético y bello. ¿El erotismo? Eso está en quien mira. La verdad es que yo no sé si soy bella; yo me arreglo y nada más. Si lo que tengo, que es natural, resulta erótico, ¿qué voy a hacer yo? Sí, ya sé que una parte del país me considera como algo erótico, pero también muchos me ven como una cantante. A mí no me gustaría que me viesen solamente como «eso», porque creo que tengo algo de arte...
El SALÓN
Está el cuadro de los flamencos (aves) de cuello largo y patas largas, y el espejo grande, circular, y la colección de elefantes de todos los estilos, y plata, mucha plata en toda clase de objetos, desde ceniceros hasta gallos de pelea, pasando por copas y cafeteras. Y un cuadro de ella, grande, con todo muy tapado. Y una colección de muñecos mejicanos de cartón-piedra.
—¿Que se me acusa de provocar al personal? Bueno, cuando veo alguna reacción de ésas, me pregunto que cómo será posible... Sí, claro, pienso que algo debo provocar, pero no es con intención, palabra. Yo soy limpia, buena y casta, sí, y un poco de lo contrario... Vamos, que soy difícil. Soy un término medio, y el día que me salga de ahí será un desastre, para bien o para mal. De momento, soy una Virgo incorregible en todos los sentidos. No, no me gusta el revuelo que pueda armar despechugándome, porque tengo cosas más importantes; por ejemplo, la voz; el resto es una propina... Pero mí arte está en la voz. Sí, aunque me mire al espejo y me guste... No le des vueltas... Parece que me como al mundo, que sólo voy a lo mío; pero resulta que paso mucho tiempo en casa, y que soy muy normal, y que si he tenido novio, ha venido aquí, a esta casa, una vez a la semana.
EL CUARTO DE ESTAR
Es el cuarto familiar, pequeño y recogido. Están el televisor, los libros que de verdad se leen, las figuritas chinas que han ido abandonando el gran salón para dejar sitio a la plata, la mesa camilla, más fotos de Rocío y dos dibujos de ella bailando...
—He ido quemando etapas. Lo bello es querer siempre empezar algo. Es lo más excitante. A mí me gusta decir: «Voy a llegar hasta allí», y entonces me pronto en una especie de bólido, a muchos kilómetros por hora... A veces me equivoqué, sí, pero me parece bien. Yo no soy producto de un «boom», porque empecé haciendo palmas por trescientas pesetas diarias. He ido adelante, para atrás y he vuelto a andar al camino. Y no creas que me considero una consagrada. Tengo lo más importante aún sin hacer: la gran obra de teatro, la gran película... Sin embargo, creo que no me importaría mucho dejarlo todo cuando consiga el triunfo total. O eso es lo que pienso ahora...
EL DORMITORIO
Lo más cuidado de la casa. Tiene Rocío dos grandes espejos, uno para verse entera de pie y otro horizontal. Pero también tiene, junto a la cabecera, tres vírgenes: la del Rocío, la de Regla y la de los Desamparados. Y en la entrada, otra Virgen antigua y tres velas... Y a un lado, una gran Biblia de cantos de oro sobre una mesa de mármol... Cuando se ha cambiado de ropa para hacerse las fotos ha pedido que sólo entre el fotógrafo y su hermana.
—¿Que por qué las que son como yo tenemos tantos admiradores de la acera de enfrente? Ja, ja, ja, pues eso no me lo habían preguntado nunca... No lo sé, yo soy normalita... En todo caso quizá me admiren porque en el fondo les hubiera gustado ser como yo. O porque tienen más sensibilidad y admiran más el arte, la gracia... Sí, cuando no tengo sueño, leo. Me gustan los libros de países exóticos. Sí, me ducho dos veces al día, todos los días.
LA COCINA
De color marfil, recogida, no muy grande, muy limpia, todo muy ordenadito...
—No me gusta nada cocinar. Fíjate si seré rara que lo que me gusta es fregar. Entro en una cocina en la que está todo patas arriba y no paro hasta dejarlo todo limpio. Como mujer de mí signo soy amante del orden. ¿Del orden dentro de lo que cabe? Bueno, el orden siempre está permitido, ¿no?
TERRAZA
Se ve un Madrid «chic», encallejado, gris... Y los tejados con muchas antenas de televisión. Hay plantas y sillas de mimbre.
—Siempre pensé que estaba en el camino bueno y que iba a triunfar. Si no lo hubiera conseguido, al menos en gran parte, ya estaba otra vez en Chipiona. Y veo un futuro precioso, lleno de realidades y de trabajo. Pero a lo mejor mañana lo veo gris... Entonces volveré a mis playas, a mi tierra.