«Hay mucha mujer en este cuerpo»

Rocío Jurado ha sido la más elogiada de todas las figuras que han pisado Marbella este verano. Y sin ningún boato. Ella sólo necesita cantar para excitar los fervores que son ya el delirio cuando esta María Guerrero con música suelta su carga erótica palpándose las entrañas por si cabe alguna duda de que «hay mucha mujer en este cuerpo».

por Maite Arnaiz

Rocío ha sido la más elogiada de todas las figuras que han desfilado por Marbella en el verano de 1988.
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Rocío ha sido la más elogiada de todas las figuras que han desfilado por Marbella en el verano de 1988.

Sabe mucho Rocío: «La vida me ha enseñado a vivir» y no hay duda que ha sido una alumna aventajada. Es una mística con bata de cola. Lo mismo se desgarra en el polideportivo de Chipiona que en el Carnegie Hall de Nueva York, que seda una vuelta por la «Bodeguiya» de La Moncloa para charlar, Dios sabe de qué, con el bodeguero mayor del reino.

—Pues mira, yo te puedo decir de qué hablo con el Presidente cuando voy porla «Bodeguiya»: siempre de añoranzas, porque él tiene gran añoranza de Andalucía. Hablamos de arte, de música, contamos chistes, en fin, pero nunca de política, porque lo mío no es ir a meterle una puyita, sino hacerles pasar un rato agradable y estar yo también relajada sin entrar en pormenores políticos, que en definitiva son ellos y otras personas los que están capacitados para eso. Yo nunca hablo de política con mis amigos los políticos.

—Así que tienes amigos políticos.

—Pues algunos tengo, sí.

—De la Borbolla era el que más te aplaudía en Chipiona.

—Es que somos muy amigos. Yo creo que Pepe es un hombre muy bueno, una excelente persona y quiere mucho a Andalucía y todo lo que esté en su mano lo hará por mejorar lo que hay que arreglar en mi tierra: tengo esa confianza.

—¿A ti te duele Andalucía?

—A mí me duele Andalucía en lo más profundo de mi alma y me gustaría que se solucionasen los problemas que tiene: todo el paro que hay, el tema del campo. Pues sí, me duele, pero bueno, me duele toda España, aunque Andalucía, al ser mi tierra, pues hago más hincapié en ello.

En algunas de mis canciones se ve que soy feminista, por ejemplo, cuando digo «Hace tiempo que no siento nada al hacerlo contigo».

—Veo que en tus actuaciones le dedicas un emocionado recuerdo a Lorca en el que le dices «aún te llora Andalucía», y no sé yo, Rocío, si además Andalucía no tiene otros motivos para llorar...

—Claro que los tiene; sin embargo, es un pueblo alegre. Nosotros hasta cuando estamos tristes, o queremos mostrar una pena lo hacemos cantando. Es una manera de vivir, una filosofía completamente distinta al resto de los pueblos que yo conozco. El cante de mi tierra cuando grita, cuando sufre, es muy respetable.

—¿Y sufre mucho Andalucía?

—Muchísimo, siempre ha tenido un destino de sufrimiento, siempre teniendo que demostrar tantas cosas para tener que demostrar algo...

Andalucía le sale por los poros de su piel, Rocío marca su acento y una no sabe qué decir ante tan justo razonamiento, y Rocío, que es lista y diplomática, me mira entre irónica y desafiante...

—Que tú no vayas a creer, que a mí tu tierra me gusta mucho; que yo quiero a los vascos y en Bilbao tengo muchísimos amigos que los adoro.

—Lo sé Rocío, lo sé.

—Y además sé que soy correspondida.

Quiá, chiquilla, si un día dije de broma que me iba a operar del pecho y casi se forma un referéndum.

—Lo eres, Rocío, y mucho. No podría ser de otra manera.

—Te digo que a mí me encanta recorrer España y estar en contacto directo con tantas clases de gente, cada uno pensando de una manera, y que esté todo el público pendiente de una andaluza que les entrega su corazón desde un escenario.

—Y fuera del escenario, ¿cómo es esa Rocío que parece que se come el mundo?

—Yo creo que la Rocío que existe la conocéis todos porque me muestro tal como soy y cuando no lo hago es porque me da miedo a que la gente vea mi debilidad ante algo, mi emotividad. Así quede comerme el mundo, nada.

—Me han dicho que tienes muy mal genio.

—Sí, sí, tengo muy mal genio, pero cuando realmente creo que tengo un motivo, o sea, que cuando algo no sale bien y las personas que están encargadas de llevarlo a cabo no han prestado la debida atención, entonces me sale el mal genio, monto un cirio y durante cinco minutos no hay quien me hable. Pero esos cinco minutos me son necesarios porque sino me moriría como los gorriones, de un berrinchín.

—Y tu Pedro, ¿cómo encaja esos arranques tuyos?

—Es que con Pedro es rara la vez que tengo un arranque de esos, porque él es un hombre muy comprensivo, aunque fuerte de carácter. Creo que los dos tenemos conciencia de lo que cada uno es, estamos en ese aspecto como dos profesionales que cada uno sabe la fuerza del otro y nos tenemos un gran respeto. Cuando yo veo que a Pedro se le abre un poquito la aleta de la nariz, ya bajo la guardia, aunque él es un hombre pacífico y yo estoy loca de contenta con eso, claro.

—Parece que Pedro asumió el que siendo una figura como era llegases tú arrollando a quitarle protagonismo.

Respeto muchísimo la carrera que ha tenido mi marido, ha sido muy trabajosa y él ha sido un señor en un deporte tan difícil.

—Esa es una cosa muy loable de Pedro; además, él no tiene complejos de ese tipo. Es un hombre que respeta lo que yo he logrado, por eso yo a mi marido le doy un sitio preferente dentro de mi casa y fuera de ella. Yo jamás puedo hacer una cosa ni por descuido que pueda menos preciarlo a él, y además respeto muchísimo toda la carrera que ha tenido mi marido; ha sido muy trabajosa y él ha sido un señor dentro de un deporte tan difícil como es el boxeo. Mi marido es un hombre muy importante para mí.

—No sé si después de esto cabe preguntarte si eres feminista.

—Sí, si, lo soy. No tengo más remedio. Soy una mujer que ha luchado sola, conozco los problemas de la mujer en todo el mundo y sé de la marginación de la mujer a lo largo de la historia; lo que ocurre es que no soy esa feminista desesperada. Yo amo al hombre como pareja, como persona con quien las mujeres nos encontramos a gusto. Además se ve en algunas de mis canciones que soy feminista, por ejemplo, cuando digo: «Hace tiempo que no siento nada al hacerlo contigo», ese es un problema que ha sufrido la mujer toda la vida y no se atrevió nunca a decir que ocurría y vine yo, lo canté y fue una revolución.

—Y sin ruborizarte...

—Sin ruborizarme para nada. Yo veía que era necesario cantar eso y además me han seguido mujeres del mundo entero.

Atípica feminista de exuberante anatomía, Rocío remolonea un poco, que eso se le da muy bien, se toca el pelo, enciende un pitillo con una mano larguísima y perfecta, con la otra se da un repaso por su pecho de «paloma brava», —ése que inspira poemas y tentaciones— y lanza un suspiro: «¡Ay, me hubiera gustado ser menos mujer de aquí!», y se apresura a rechazar de plano que la ciencia le quite lo que le dio la naturaleza: «Quiá, chiquilla. Si un día dije de broma que me iba a operar del pecho y casi se forma un referéndum».

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